¿Tienes derecho a ser feliz? La respuesta pareciera obvia, pero implica un análisis más profundo el explorar las garantías que otorga el Estado para ello.
Desde los albores de la humanidad, la felicidad ha sido un ideal perseguido, pero su reconocimiento como un derecho humano ha transitado un camino complejo.
La búsqueda de la felicidad ha evolucionado de ser un tema individual para convertirse en una preocupación política, como en India y Emiratos Árabes, países en los que existen ministerios de la felicidad.
Bután es otro ejemplo de esto, con el desarrollo de políticas públicas en torno al tema. La singularidad de este País es haber desarrollado su Índice de Felicidad Interior Bruta (FIB). Este país rechaza el Producto Interno Bruto (PIB) como medida principal, enfocándose en dimensiones como el desarrollo socioeconómico e igualitario, los derechos culturales y medioambientales. Aquí, la felicidad trasciende la esfera individual para convertirse en un indicador clave en la formulación de políticas.
La medición del FIB se hace a través de encuestas a la población en las que los cuestionarios toman en cuenta factores como uso del tiempo, salud, educación, entre otros. La metodología es subjetiva porque se trata de percepciones individuales, pero al mismo tiempo refleja el sentir de los ciudadanos, lo cual pudiese ser más valioso que datos meramente objetivos como lo son los indicadores económicos.
El derecho a la felicidad ha evolucionado en la historia y cada vez se considera de interés colectivo por el bienestar ciudadano que se puede lograr al darle tratamiento de derecho fundamental. Hay mucho por hacer en México en este tema para poder tener un País con mejores condiciones.
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